Cámpora estaba en sus últimos meses, en el exilio mexicano. Allí se reunían con diversos compatriotas exilados. "Una mañana la pequeña hija de Ulanosky abrió la puerta del ascensor y se topó abruptamente con el hombre aquel que había visto tantas veces por televisión.
- ¡Cámpora! - gritó la nena -. ¿Y Solano Lima? "
(de El presidente que no fue, de Miguel Bonasso)
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